El término “alcohol” se utiliza generalmente para
designar al alcohol etílico que se obtiene por fermentación de azúcares y
almidones. A concentración elevada, actúa produciendo la muerte
celular, lo que hace que se le emplee ampliamente como antiséptico. El
alcohol es un depresor-tranquilizante de acción intermedia con algunas
características especiales:
Sus calorías son “vacías”, es decir, carecen de vitaminas, minerales o
proteínas de valor biológico (excepto pequeñas cantidades contenidas en
la cerveza).
Se requieren cantidades importantes para lograr un efecto; el gran
volumen que se debe consumir es lo que hace al alcohol tan tóxico para
el hígado, páncreas, corazón y cerebro.
Pequeñas cantidades disminuyen la ansiedad y dosis mayores producen
desinhibición, junto con disminución del nivel de conciencia, pérdida de
la coordinación y manifestación de emociones que normalmente están
reprimidas.
Entre los efectos a corto plazo produce alteraciones en la frecuencia
cardiaca, aumenta la producción de ácidos en el estómago, irritando la
mucosa gástrica, aumenta la producción de orina, con pérdida de líquidos
que puede llevar a un desajuste importante para el organismo.
A largo plazo se espera la destrucción del tejido
nervioso (atrofia cerebral, es decir, muerte de células nerviosas, que
son irremplazables, por lo que el trastorno es irreversible), lo que
acarrea un envejecimiento prematuro, deterioro del juicio, pérdida de la
memoria e incapacidad para la concentración. Alteraciones motoras, como
un habla enlentecida y una conducta semejante a la ebriedad sin haber
bebido.
La hepatitis alcohólica da lugar a destrucción celular, que son
reemplazadas por tejido fibroso, limitando la capacidad funcional y
metabólica de este órgano. De continuar el proceso, se produce la
cirrosis, en la que el grado de fibrosis es tan importante que el órgano
se deforma, llevando al alcohólico a la muerte debido a dificultades de
circulación de la sangre, dando lugar a hemorragias internas,
dificultades de coagulación y anemia intensa.
En los alcohólicos varones, aumenta la predisposición a la atrofia testicular, y como consecuencia, a la impotencia permanente.
Aumenta la mortalidad por cáncer: el consumo continuado de alcohol es
un estímulo para el crecimiento de tumores. Propicia el cáncer hepático
y aumenta el riesgo de cáncer a la boca, laringe y esófago, sobre todo
en aquellos que además son fumadores.
El consumo de alcohol durante el embarazo aumenta el riesgo de
contraer malformaciones fetales, dando lugar al síndrome alcohólico
fetal (SAF), que se caracteriza por retraso en el desarrollo del feto,
alteraciones cardiacas, defectos en los pulmones, en los órganos
sexuales y en la configuración craneofacial. En los hijos de madres con
hábitos alcohólicos más severos, aparecen malformaciones más graves.
Resultados de la encuesta sobre el uso indebido del alcohol en una población panameña de 12 a 50 años.
El alcohol es una droga legal y social; es la más
consumida en el país, con una prevalencia de vida delÊ 84.6%. El 74.2%
de los encuestados manifestaron un uso de alcohol en el último año,
mientras que casi un cuarto de la población encuestada declara un
consumo de entre el último mes y los doce anteriores (27.5%). (Población
de 12 a 50 años ).
En ambos sexos se presentan tasas elevadas de prevalencia, si bien la
proporción de consumidores en el sexo masculino es mayor que en el sexo
femenino (hombres: 79.4%; mujeres: 69.3%), frente a la pregunta sobre
uso durante el último año.
Asimismo, se observa una clara tendencia al incremento en la
prevalencia de consumo a medida que los sujetos avanzan en edad; es
importante señalar que en el rango de 19 a 24 años la tasa de
prevalencia abarca a casi la totalidad de los encuestados.
Analizando la prevalencia en función a la instrucción de los
encuestados, se encuentra que es el nivel sin instrucción en donde se
presenta una tasa relativamente más baja (65.6%) que en los otros
niveles, siendo el nivel de instrucción superior no universitaria el que
presenta la tasa más alta (91.7%).En lo que se refiere a clase social,
la prevalencia encontrada en las clases alta/media (90.7%) es mayor que
en la clase baja (82.4%).
Dr. Honorio Bernal
Coordinador médico de la Fundación Educativa Médica Antidroga FEMA-C.S.S. de la Caja del Seguro Social de Costa Rica.
Universidad Especializada de Las Américas en la cátedra de Salud ocupacional y Consejería en Rehabilitación de Adictos, Panamá.