“¡Otra vez no! ¿O acaso no te acuerdas el tiempo que te costó volver a
ponerte en pie?, ¿O no te acuerdas de esas noches sin dormir, de esos
desvelos y angustias, de tus días vacíos, de tus noches sin estrellas?.
¿Quieres realmente volver a vivir todo eso, o ahora que ya estás de pie
no sería mejor que anduvieras por otros caminos? Porque, sinceramente,
amores no te faltan, tienes la capacidad de enamorar a quien quieras, y
te vas a hacer problema por un hombre/una mujer que, en realidad, no
sabes si te quiere, no sabes si te engaña?…
¡Piensa! ¡No te equivoques! Una vez creíste tocar el cielo con las
manos y en un instante descendiste al mas profundo de los infiernos,
¿Crees que vale la pena?.
Haz lo que te digo, no existen los amores eternos, y seguramente,
todo eso lo único que te va a hacer es ilusionarte y volverte a
lastimar.”
Y se hace un silencio eterno…
El CORAZÓN, aturdido por las palabras de la RAZÓN, se queda sin
aliento, pero después de un rato de pensar, donde la RAZÓN ya creía
tener ganada la partida, el CORAZÓN replica:
“No sé si tus palabras son del todo ciertas, pero se que no son
tampoco del todo equivocadas: no es lo mismo pensar que sentir, no es lo
mismo razonar que hacer las cosas impulsivamente, porque los que
piensan son aquellos que nunca se arriesgan, y pobre de aquél que no
esté dispuesto una vez en su vida a perderlo todo por la persona que
ama, pobre de aquél que no está dispuesto a olvidar, porque nunca será
perdonado, pobre de aquél que es tan ciego y vacío, que no es capaz de
dejar de lado todas las trivialidades de la vida por amor… Pobre de
quien teniendo en frente el amor de su vida, no es capaz de quitarse la
careta y sentir…
Porque el amor no solo es alegría, no solo es paz y ternura, el amor
es también dolor y lágrimas, es angustia y desvelo, es muchas cosas,
pero bueno…la verdad es que no sé que pesa más, si la RAZÓN o el
CORAZÓN.
Lo que si sé, es que si uno no siente, se transforma simplemente en
una roca, una cosa que no es capaz de demostrar cariño y confianza, un
cuerpo sin alma. Por eso creo que uno debe jugarse por lo que siente… le
puede salir bien o mal, puede equivocarse o vivir el resto de su vida
con la persona que ama… lo que sí es cierto es que jamás perdonaría a
alguien que por rencor o desconsuelo no sea capaz de tomar a la persona
que ama, y gritarle a todo el mundo que por ella daría la vida…
Y, por último, otra cosa que tengo bien clara, es que el que se
enamora soy yo, y el amor se siente con el CORAZÓN, no con la CABEZA”.
Se hizo el silencio… y, sin mediar palabra, el CORAZÓN, decidió tomar el camino correcto… y fue tras el Amor…